Paulo San Páris

YO SOY NADA /YO SOY TODO /YO SOY TODO/ YO SOY TODO/ YO SOY TODO/ YO SOY TODO/ YO SOY TODO/ YO SOY NADA



El museo de las imágenes.

Recorría el pasillo del museo mirando las fotografías que le mostraban los pasos que había dado en su vida. Creyó ver algo distinto, un hombre que lo miraba y recorría el pasillo de un museo antiguo, dominado por una serie de imágenes que mostraban a un hombre tendido y ensangrentado en el pasillo de un museo.
El guardia había mirado la escena desde hace 10 años, la borraba cada noche de su memoria, escribía unas cuantas líneas desanudando así un poco el sentimiento de extrañeza, al momento volvía a recorrer el museo para ver las fotografías. Las imágenes lo auscultaban por atrás de sus ojos; la sensación de encontrar a sus demonios otra vez, de ver al hombre muerto que recorría el pasillo, la habitación que se extingue de a poco, difusa, un poco más difusa, y ya casi yéndose de nuevo con la luz, el museo que no volverá, el museo donde no podremos entrar de nuevo, donde no podremos caminar de nuevo, el hombre que sale desde sí mismo y despierta tirado con sangre en el pasillo de un museo.
Recado de los nacimientos


Yo no he sido tus Paulos absolutos, ni tuve cría en la imagen primera, ni me consolaron las aguas del Palena, tuve el comienzo de mosca pegada, con asfixias en la punta de la lengua, y adentro de la noche un niño me lamía lastimoso el pasado. Pasé y soy la transparente, por donde rodaron mis perfumes enrojecí las tierras natas. Venía bajando de los dedos, cerca de la cintura de la Madre, y tuve fuego de beber fuego en fuego quebrado con fuego revuelto en fuego hundido: tizón que se emanaba desde el silencio cuando me detenía.

Pueden llorarme los nombres de Franciscos, Alejandros, Maximilianos, Hugos o cualquiera, porque los perdí un día de daño, un día de cuneta suelta en la lengua, donde criaba un zoológico de cristal aún reciente, aún reciente digo, aún reciente, reciente se re-siente.

Y los animales volcaban sus sonidos en un huerto blanco, complejo huerto rojo, maravilla de cuerpo destilando aldeanas nuevas, acentos y más acentos en donde ir siguiendo la gradiente del fondo, y caer en los tigres, en los erguidos tigres de la pradera, tan maduro y ágil como niño yendo de regreso a la estrella que marca el punto, donde parte el padre absoluto, el moverse sin moverse y ser instante: ser en el ser.

Pero también estaba la forma, mis sentidos malvados de llamarme Vicente a ratos pordioseros, y diciéndome que claro está el pájaro naciendo de mi boca, y yo decía brasa hirviente tú concédeme los fuegos, aunque artifios sean, dame las bocas para alargar estos movimientos de cielo pleno y rebosado de las malezas que crecen hacia abajo.

Recuerdo que fui una de ellas cruzando puentes me llevé el cuerpo ultrajado un día, blanco el otro y en otro azul volviendo al punto, porque caí, porque voy cayendo, crecí, vine, vencí y
tuve Poesía.
Recado Décimo cuarto



Yucatán, nota fría de mi útero vacío, te hice la muerte en los años, acordonada con la serpiente de mimbre en una calilla plástica que bebimos, que depositamos el olvido en la humedad verde, densa como tus ojos inventados llenos de rabia púrpura.

Ayer llovió sobre la noche un cuerpo imitando el tuyo, era un reflejo natal, una casilla donde caer con el remitente del polvo descorazonado en el recuerdo.

Había habitado tantas lejanías, (todas, únicas), pero nunca este grito marcado de amarillo en su acento invernal, esta falta de cremación de mi pezón, esta falta de faltas, esta época de Medea diosa y reina de los ríos, el cordón salado que baja con media garganta sangrando buscándome los hijos


(de Lucila, Marca registrada)

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EDICIÓN PARTICULAR DEL LIBRO





La escondida

a Emily Dickson


Acá me escribo desnuda
En el lecho blanco
Que me coquetea el cigoto
Desnudo.

Me gritan
Desde el otro lado…
Un chiste.
No saben despertar con la soledad.
Me crío para huir en lo eterno.



PSP.

(de Útero)